Odontólogos, científicos y hasta la asociación dental americana coinciden: la combinación del cepillado diario con el uso del irrigador es la clave para conseguir una perfecta higiene dental. Pero, ¿cuántos de nosotros lo usamos? de hecho ¿sabemos lo que es y cómo se utiliza? Seguramente lo primero que nos viene a la cabeza es ese aparato que utiliza nuestro dentista y con el que su auxiliar nos va limpiando la boca mientras él trabaja. Pues bien, no vamos desencaminados. Podríamos decir que es la versión casera de dicho utensilio y su uso diario nos ayudaría a mantener unos dientes perfectos, prevenir enfermedades y por tanto a mejorar notablemente nuestra salud bucodental. No debemos olvidar que la higiene bucal es fundamental para mantenernos saludables. De hecho, diferentes estudios aseguran que:

“hasta el 90 % de las enfermedades de nuestro organismo tienen manifestación en la boca”.

Se trata de una pequeña máquina similar en tamaño y forma a un cepillo de dientes eléctrico. Funciona con agua a presión que canaliza a través de un cabezal, un potente chorro que alcanza zonas complicadas a las que no podemos acceder con el cepillo, como las muelas del juicio o los espacios interdentales. Su uso es sencillo y sus beneficios, como una boca más fresca e hidratada, se aprecian en el mismo momento de comenzar a utilizarlo. Lo ideal es hacerlo una vez al día. Preferiblemente tras el cepillado de dientes de la noche y durante aproximadamente dos minutos.

Para beneficiarte de todas sus ventajas es fundamental ser minucioso y utilizarlo bien, enfocando el chorro de agua a presión tanto en dientes como en encías. A través de los diferentes cabezales, que suelen traer los irrigadores dentales, conseguiremos diferentes objetivos de limpieza. Jugando también con los diferentes tipos de presión podemos alcanzar distintos acabados en nuestra dentadura.

Ventajas:

Facilidad de uso. Lejos de ser un producto apto sólo para profesionales, su manejo es sencillo y las instrucciones son claras y precisas. En pocos días se habrá convertido en una más de tus rutinas de higiene bucal.

Previene inflamaciones. El irrigador elimina bacterias de dientes, encías y otros lugares de difícil acceso, donde tu cepillo e incluso el hilo dental no llega.

Reducción de la placa. Gracias a su capacidad para llegar hasta el último rincón de tu boca, reduce significativamente la placa bacteriana, eliminando también el sarro y previniendo caries y otras dolencias.

Una boca más fresca. La irrigación llega a las partes más profundas de la boca aportando no sólo frescor sino también buen aliento.

Dientes más blancos. Una sonrisa perfecta y por tanto una imagen impecable es posible gracias al irrigador, ya que elimina las manchas de la superficie de tus dientes.

Cuida de las bocas más delicadas. El irrigador es fundamental para aquellas personas con problemas en las encías, con brackets o con implantes. El suave masaje, que acompaña la irrigación, limpia de manera eficaz las bandas, alambres o frenos de la ortodoncia, las coronas, los puentes y los implantes.

Tipos y características:

Portátil o no portátil. El no portátil es más completo, pero si viajas mucho o comes y cenas a menudo fuera de casa el portátil es el ideal. Funciona con pilas y son hasta un 50 % más pequeños.

Irrigadores fijos o de sobremesa. Funcionan con conexión a la electricidad para poderlos recargar cómodamente. Si cuentas con suficiente espacio en tu baño, merece la pena, ya que sus prestaciones y posibilidades de uso son mayores.

Microburbujas. Es una tecnología que aportan algunos modelos. Es muy interesante si quieres intensificar la eliminación de placa y para atacar de raíz las bacterias existentes y las partículas de alientos que hayan quedado entre los dientes.

Presión de agua. Hay modelos en los que se puede controlar dicha presión e incluso cambiar el chorro de giratorio a mono chorro según las necesidades.

Multiboquillas. Si quieres limpiar a fondo tu boca tienes en el mercado irrigadores dentales con cuatro boquillas: una estándar, una para limpiar ortodoncias y bolsas periodontales, una para la placa más oculta y otra para limpiar en profundidad la lengua.

Depósito de agua. Existen depósitos de todos los tamaños, desde 150 hasta 600 ml. de capacidad. Otra posibilidad son los nuevos irrigadores que se enchufan directamente al grifo.

Temporizador. Para que el irrigador sea verdaderamente efectivo se recomienda que se utilice al menos dos minutos al día. Así que, si no se quiere andar cronometro en mano, algunos modelos incorporan ya un temporizador que nos avisa.

Con esta información ya tienes todos los elementos para valorar si deberías incorporar el irrigador dental a tus rutinas de higiene y cuál de ellos es el idóneo para tus necesidades. Los puedes encontrar en el mercado desde los 50 a los 150 euros y los que no admite ninguna duda es que junto con el cepillo de dientes son el tándem perfecto para garantizar tu salud e higiene bucodental.

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