Agobio, sequedad en la piel, granitos…Éstas son algunas de las consecuencias más frecuentes del uso obligado de la mascarilla, pero ¿sabías que también puede afectar negativamente a tu salud bucodental? Así lo defienden no pocos odontólogos tras observar que esta medida, esencial para la prevención del coronavirus, también está mermando nuestra higiene bucal, en un momento en el que deberíamos extremarla. De hecho, este virus se concentra especialmente en la nariz, la boca, la garganta y la laringe.
Efectos negativos del uso de la mascarilla
En nuestra boca vive una flora bacteriana muy diversa, esencial para que todo funcione en equilibrio. Entre esas bacterias están las saprófitas, que aprovechan cuando tenemos las defensas bajas para activarse. Entre ellas encontramos las “GRAM negativas”, que son anaerobias. Es decir, que aprovechan la falta de aire en nuestra boca para actuar. Es lo que sucede mientras dormimos. Estas bacterias descomponen ciertos detritus (restos de comida o de sangre en las personas que les sangran las encías), dando lugar a un compuesto químico llamado mercaptano de metilo, que hace que la boca huela mal al estar cerrada. Si además sumamos poca secreción de saliva, el problema se acrecienta. Este proceso, que antes se daba fundamentalmente durante la noche, con el uso de la mascarilla, ocurre con mayor frecuencia. Al llevar esta mascarilla, se bebe menos agua (se seca la mucosa) y mantenemos la boca cerrada durante más tiempo, impidiendo que el aire exterior y el oxígeno entren.
Si a todo esto le sumamos una relajación en nuestros hábitos de higiene bucodental, las consecuencias negativas para la salud de nuestra boca están garantizadas:
- Mal olor bucal. La boca tapada y sin ventilación hace que proliferen las bacterias y que queden atrapados restos de saliva que, al secarse, generan un olor desagradable.
- Caries. La mascarilla y la disminución de oxígeno que provoca es el caldo de cultivo perfecto para las bacterias que generan el sarro y la caries.
- Tinción de los dientes. Las bacterias saprófilas son cromófilas, es decir, ante estas circunstancias se precipitan en la superficie del esmalte y lo oscurecen, provocando pequeñas manchas marrones en las zonas cercanas a las encías.
- Más sensibilidad dental.
Cómo evitar que la mascarilla perjudique nuestra salud bucodental
Si bien debemos llevar siempre la mascarilla, especialmente cuando no se puede garantizar la distancia social, es aconsejable que busques momentos en que poder distanciarte y quitártela, aunque sea unos segundos, para que entre aire en nuestra cavidad bucal. También deberíamos llevar siempre con nosotros:
- Una botella de agua, para ir dando pequeños tragos y evitar así la sequedad que aprovechan las bacterias.
- Enjuague de povidona yodada divida 100 mg/ml. Se ha demostrado que, diluida en agua, es eficaz contra microorganismos como los virus.
- Cepillo de dientes. En este momento, es especialmente importante extremar las medidas de higiene bucodental. Si tu boca va a tener mucha menos ventilación, has de mantener tus dientes más limpios que nunca. Por tanto, siempre que comamos, incluso un snack, debemos cepillarnos los dientes. También es fundamental, cambiar los cepillos con frecuencia (se recomienda no tardar más de tres meses, porque las cerdas del cepillo se desgastan y pierden su eficacia). También es recomendable completar el cepillado con un enjuague bucal usando un colutorio.
- Gel hidroalcohólico. Antes de lavarnos los dientes o de quitarnos la mascarilla es fundamental que nuestras manos estén impolutas. Por ello, como muchas veces no podemos acceder a jabón y agua, el gel hidroalcohólico se convierte en nuestro mejor aliado.
- Acudir a las revisiones regularmente. Las circunstancias actuales han hecho que, muchas veces, retrasemos la visita al dentista, precisamente cuando más lo necesitamos. Acudir al odontólogo es fundamental para prevenir cualquier problema, especialmente si se detecta alguna molestia.
Más allá de estos consejos debes prestar especial atención a la vida útil de tu mascarilla. Las quirúrgicas son las más recomendadas para la población general y precisamente son las que tienen una vida útil más corta, entre cuatro y cinco horas. Si sobrepasamos ese plazo, la mascarilla se satura, deja de filtrar el aire y todavía dificulta más la entrada del oxígeno, con lo que el mal olor y las consecuencias negativas para nuestra salud se multiplican. Por tanto, es necesario respetar los plazos y dar a las mascarillas el uso para el que están programadas.
Y no olvides que, si además fumas o consumes alimentos o bebidas perjudiciales para la boca, como el café, el alcohol o los productos ricos en azúcar, la falta de aire puede ser especialmente peligrosa para tu salud bucodental.