Las carillas son un tratamiento estético muy demandado por su efectividad. Sin realizar procedimientos de larga duración, el paciente consigue esa sonrisa tan deseada. Pero, ¿Qué tipo de carillas debemos utilizar?
Para contestar esa pregunta debemos entender, en primer lugar, qué son las carillas. Se tratan de láminas de composite o porcelana que se anexan al diente con el objetivo de conseguir el efecto de una sonrisa blanca y alineada. Por eso, se realizan a medida de las piezas dentales del paciente, tanto las dimensiones como el color y la forma del diente. Así conseguimos un resultado muy natural para corregir aspectos como las manchas, una posición torcida de la pieza e incluso diastemas.
¿Qué tipo de carilla es mejor?
La innovación en este campo ha ido creando carillas cada vez más finas, cómodas y estéticas. Encontramos dos materiales principales, la porcelana y el composite.
Carillas de porcelana
Este material es una lámina muy fina que puede requerir un limado de dientes estético muy sutil, dependiendo del diente del paciente. Se adhieren a las piezas dentales en un procedimiento indoloro donde se puede aplicar anestesia para reducir las molestias si fuese necesario un tallado dental.
¿Cómo se diseña la carilla? El odontólogo procede a un análisis de la sonrisa del paciente donde fotografía la misma para documentar las características de la dentadura. Con esta información y una prueba con carillas provisionales para ajustar la definitiva, el laboratorio crea la pieza que corregirá nuestra sonrisa.
La porcelana es un material altamente recomendado por su valor estético y su fácil mantenimiento. Guardan el color original ante hábitos como el tabaco o alimentos determinados durante quince años, por lo menos. Además, son muy resistentes y no suelen romperse.
Por esta misma razón, en caso de quebrarse, solemos necesitar una carilla totalmente nueva. Su precio es también más alto que el composite.
Carillas de composite
Estas carillas se consiguen con resina que se moldea en forma y color para conseguir el tono de dientes deseado. Pueden corregir roturas de dientes, piezas descoloridas o con manchas, hasta incluso oculta la posición torcida de nuestros dientes para conseguir una dentadura alineada.
¿En qué casos podemos utilizar el composite? Hay diversas ocasiones en las que se aconseja este material y depende en esencia de la complejidad del problema. Cuando hablamos de correcciones sencillas como por ejemplo en un solo diente porque el defecto tan solo se presenta en este. Así conseguimos más fácilmente un color que cuadra perfectamente con el resto de nuestra sonrisa.
También es recomendado cuando el paciente es muy joven, ya que quitarla es mucho más fácil que las carillas de porcelana.
Los puntos fuertes del composite frente a la porcelana es, por un lado, la facilidad de mimetizar el tono, un coste menor y la accesibilidad a la hora de repararlas si sufren algún percance.
En cuestión de estética gana la porcelana, ya que el composite es un material que puede durar máximo cinco años. En este tiempo, pierde tanto el brillo de la carilla como el tono, mientras que la porcelana se mantiene como el primer día de cuidarla como recomienda el odontólogo.