Seguramente, si estás leyendo este post es porque eso de poder beberte un vaso de leche con normalidad no entra dentro de tus planes por las mañanas o tardes. Según un informe reciente del sector, entre el 20% y el 40% de la población española podrías sufrir intolerancia a la lactosa. ¿Qué significa esto? ¿Cuáles son sus síntomas? Y lo más importante para nosotros, ¿cómo afecta a nuestra salud bucodental? Atento a este post porque ¡te lo contamos!
La lactosa es un disacárido que se encuentra en la leche y que, tras su ingestión, avanza hasta el intestino delgado, donde normalmente se debería encontrar la enzima lactasa. Esta es la responsable de descomponer la lactosa en sus azúcares más simples para que el flujo sanguíneo pueda absorberlos. Ahora bien, cuando la actividad de la lactasa es demasiado baja, la lactosa no se puede digerir correctamente y avanza a lo largo del intestino desfavoreciendo su ritmo de digestión habitual, llegando a provocar algunos de estos síntomas: náuseas, diarrea, gases, dolor abdominal e incluso hinchazón.
Pero, ¿cómo afecta la intolerancia a la lactosa en la salud dental?
El proceso de formación de los dientes necesita de la aportación de calcio, vitamina D y flúor para prevenir la patología más común durante el desarrollo de los dientes: las caries. El calcio es un elemento fundamental para la formación de los diferentes tejidos de los dientes. Estos se forman y calcifican en el vientre materno y en los primeros años de vida del niño. Si este está presente, el diente crecerá sano con una forma y color homogéneo; de lo contrario, pueden producirse alteraciones en la calidad del esmalte, llegando a amarillecerse. El calcio juega un papel muy importante en el esmalte de los dientes, por lo que es de vital importancia cuidarlo.
A partir de los sesenta años nuestros dientes también pueden verse perjudicados por la falta de calcio. Su carencia puede contribuir al desarrollo de osteoporosis y, como consecuencia, a la pérdida de densidad ósea. La principal función del calcio es favorecer la densidad del hueso para evitar esta situación.
Desde Clínica Carolina López te aconsejamos buscar fuentes alternativas al calcio, clave para mantener unos niveles correctos de vitamina D, que se obtiene a través de la exposición solar o de pescados grasos como el salón o el atún.